Este viernes estrenamos en exclusiva la primera parte de toda esta experiencia, el retorno a la naturaleza que sus canciones siempre han evocado pero que hoy toman otra forma. No escribir pensando en el bosque, adentrarse en él para escribir. “Con el pasar de los años fuimos sintiendo cada vez más la necesidad de abordar el tema de la naturaleza propia; el entendimiento de nosotros mismos como animales, partes de un ecosistema natural más grande, pero tremendamente olvidado por quienes habitan en la ciudad”, dice Felipe Markmann, Francisco Ruiz-Tagle, Pablo Chaparro, Nico Rosenberg y Arturo Zegers.
Así llegaron a la idea de El Animal, el disco compuesto por diez canciones que ya revela las cuatro primeras. “Esa alienación que le está sucediendo al humano en el sistema urbano, y la necesidad de reencuentro con nuestra propia naturaleza, y con nuestro entorno natural, fue construyendo esta música y nos movilizó a dejar la ciudad y grabar las canciones en paisajes naturales extremos de Chile”.
Salieron del gran Santiago y recorrieron la Patagonia, grabaron en el Parque Nacional Torres del Paine, al interior de la Cueva del Milodón, en Laguna Sofía. Se fueron a la tercera región, pasaron por el Desierto de Atacama, el Valle de Jere, la quebrada de Guatín. Llegaron a la Araucanía y tuvieron sesiones en estacionamientos y galpones abandonados de la capital chilena. Todo un año de trabajo para este relato planteado en tres fases.
“El álbum aborda esta temática planteando una migración desde la ciudad a la naturaleza, pasando por tres fases. La primera comienza en la ciudad, donde estamos la mayoría, y hace un análisis de distintos fenómenos que nos suceden ahí; el ahogo, el atrapamiento, la materialidad y muchos otros aspectos que suceden en el ánimo y en el cuerpo del humano en la metrópoli. La segunda fase es la salida del status quo, el atrevimiento de cruzar la barrera y aventurarse a una nueva realidad; la naturaleza. La última parte es el proceso de conexión con ese nuevo escenario, el movimiento, la conciencia y finalmente, el entendimiento de la gravedad de haber estado alejado de ese estado natural por tanto tiempo; la alerta”. Quisieron reconstruir la experiencia lo más genuinamente posible.
“El tratamiento de las emociones y de la historia se hizo atendiendo estas tres fases en que contamos la historia, y en cada una de esas fases hay un proceso propio. Esta primera parte es un resumen de lo que muchos están viviendo en la ciudad; la sensación de aturdimiento y desorientación, la hipnosis que producen las luces y ruidos, las conversaciones internas para mantener la cordura y la valentía de querer desprenderse de las ataduras. Abordando esos fenómenos pudimos retratar las emociones de esta Parte I“.
De tanto viajar quedaron cosas para el día a día: la conexión interna, las decisiones que toman como banda, y cómo eso se refleja en la entrega. “La música mutó con nosotros y se tradujo en un sonido diferente a lo que anteriormente llevábamos haciendo”, cuentan agregando decisiones que lo demuestran: más presencia de la voz, un contenido más claro para transmitir, la reformulación de idas y venidas, el entendimiento de la misma música y el inagotable viaje.
Así llegamos a ‘Siente el Aire’, grabado en un estacionamiento de Santiago en el que nos invitan a recordar que somos animales y a no olvidar que respiramos y mutamos; ‘No Te Pierdas’, grabado en Araucanía pero compuesto en plena ciudad, donde el llamado interno se escucha un poquito más bajo entre tantas bocinas y micros; ‘Metrópoli’ es el retrato melódico del estado anímico dentro de la ciudad. “Fue grabada prácticamente en vivo en un momento de gran conexión en el equipo, terminando esa jornada de grabación alrededor de las 6 de la mañana”; y ‘Horizonte de Sucesos’, el paso de una dimensión a otra, el salto de fe a una nueva realidad que estamos recién empezando a conocer.
Para conocer más sobre cómo se gestó El Animal, puedes ver el making of acá: