“Sinceramente, no hemos pensando en sacar música nueva. Es una pregunta que nos hacen mucho pero no es nuestro motor creativo”. Pensar en Jaime Sin Tierra siempre lleva nostalgia; una banda que para el grueso de seguidores está ausente hace doce años, y que para el otro porcentaje de fans, son historia disuelta desde que los conocieron. Hace un par de años una idea empezó a rondar la cabeza de los argentinos, o más bien, una serie de coincidencias y buenas ondas desencadenó en un inevitable muy poco planeado: el retorno de la banda, pero a su manera.
Nicolás Kramer responde el teléfono en el estudio donde ensaya con Sebastián, Juan y Javier; y en su voz se nota cómo los años pasan y las canciones quedan. El año pasado anunciaron dos fechas en La Trastienda, en Buenos Aires, y la respuesta del público despertó el bicho del regreso, tras un año de estar amasando la idea de volver a tocar, de ensayar, de volver a esos paisajes del pasado. Desafío nunca fácil.
“Todo se dio de manera lúdica. Fue bastante espontáneo todo. Si hace un par de años nos preguntabas si volvíamos, hubiese dicho que no, que no formaba parte de nuestros planes e inquietudes; de pronto el hecho de re-encontrarnos significó. Volver a vernos e imaginarnos esta posibilidad se dió sin ningún tipo de expectativa, no le pusimos mucha carga a esta posibilidad y decidimos retomarla como un juego casi, con mucho disfrute, con mucho sentido del humor y del amor”.
“Estamos disfrutando mucho porque no hay presiones de ningún tipo. Todo el tiempo fuimos nosotros quienes tomamos las decisiones en base a los pasos que queríamos dar, los lugares que queríamos visitar, las canciones que creíamos tenía sentido re-interpretar. Fuimos nosotros los que meditamos todo”, explica Nicolás, asegurando que esta paz lograda recae, en gran medida, en el estado en el que la banda se fue a descansar. “No nos peleamos, no discutimos, no tuvimos un quiebre a muerte. No es que no queríamos vernos, entonces, esto es algo que estamos disfrutando mucho, con júbilo”.
Alguien que llevo dentro
Me está pidiendo
Que no me quede quieto
Mientras crezco
La historia parte antes, veinte años atrás, quizás un poco más. “Nosotros coincidimos mucho en el rock progresivo cuando fuimos compañeros de escuela secundaria, porque más allá de la diferencia de edad, compartimos en el periodo escolar”. Amigos con el privilegio de poder tocar y las ganas de hacerlo todos los fines de semana. Así van llegando anécdotas en formato cassette que se transformarían en la base de todo un género en Capital; los dos mil todavía no partían pero las crisis ya se sentían en el aire.
El avión ya se estrelló y yo sigo volando, de 1998, como el primer pie oficial de un recorrido que hoy pinta lejano cuando se mira por su protagonista, quien no olvida detalles que relata como si los pudiese oler. Pensar en el debut le cambia el tono de voz a uno más cándido; no está tratando de calcar canciones como la exquisita ‘Perrito’ y traerlas al 2018 como si el tiempo no hubiese pasado, robando nostalgia; está pensando en él con la experiencia de la adultez y los recuerdos de la juventud.
“Pensar en ese disco, es pensar en esa etapa de la banda, atravesar la post-adolescencia. No puedo no asociar las canciones a lo que fuimos en ese preciso momento. Éramos personas muy inquietas, llenas de energía, muy poco preocupados por los detalles técnicos -cosa que ahora resentimos, jajaja-. Necesitados de expresar nuestro mundo interno. Estábamos en una ebullición creativa tan grande… Llevábamos tocando unos años, habíamos tocado en todos lados, todos los findes”. Nicolás toma una pausa para la siguiente frase, la chispa de la banda: “estábamos profundamente comprometidos con el proyecto, todas nuestras energías estaban en eso”.
Doce canciones compiladas en un disco hecho con más corazón que cabeza. Un laboratorio, como dice Nico. “Lo grabamos con pocos canales, nos fuimos al campo a ver qué pasaba, y ahí con lo que teníamos le dimos forma este álbum que resumió lo que éramos: personas llenas de curiosidad, inquietud y desorientación existencial; al mismo tiempo con mucha complicidad, comunión y consciencia en lo que estábamos haciendo, sin dejar de ser unos improvisados totales, mandados, dispuestos a asumir riesgos que iban mucho más allá de nuestras capacidades musicales”.
Cuatro post-adolescentes improvisando y tocando al límite de sus posibilidades. El resultado es un disco genuino que despegó esta historia que hoy se mira con cariño. “Me emociona, y mucho más por lo que representa en sí. Ahora lo escucho y le encuentro peros y siento que suena mal, pero le tengo cariño al valor humano, al encuentro”.
“Es la postal de lo que éramos”.
Quién soy
Lo estoy averiguando
En 1999 vino Caja Negra, en el 2000 Autochocador, dos años después Lo que va a encandilar es el día, el 2003 termina la ruta con Tren. El mundo cambió, Nico igual, sus seguidores también ¿o no?
“Sí y no; te diría que lo que pasó con el público es parecido a lo que pasó internamente, y en el país. Fuimos atravesando coyunturas tecnológicas y sociales y emocionales. Todos juntos y juntas. Participamos, nosotros como banda y quienes disfrutan de nuestra música, de niveles tecnológicos inmensos, redes, posibilidad de interacción, pero al mismo tiempo somos y son personas con dificultades, con problemas, con revoluciones, tal como hace veinte años. Con la misma sensibilidad, con la misma búsqueda, con el mismo anhelo de luchar y escuchar”.
“En Buenos Aires hay una escena que está siempre activa, que tiene las dificultades de siempre pero al mismo tiempo con una creatividad que es proporcional a la dificultad y a las crisis, bastante recurrentes en este país”. Argentina, como cada nación, es cíclica, y hay cosas que ni internet puede cambiar. “Ahora estamos atravesando otra crisis, coincidencia con estos shows que hacemos, nos hace sentir que la creatividad siempre responde a todo este contexto de forma muy increíble, muy llena de energía”, tal como viven este año, un oasis de recuerdos pasados por el upgrade.
“Es la resistencia y la autogestión lo que mantiene a flote la cultura en tiempos de crisis, ahí se encuentran las semillas de proyectos muy valiosos que no les queda más que florecer”. Nicolás no anhela para otras épocas de su vida cosas que no tuvo. Está tranquilo con los pasos que dio y los que da, “creo que lo que pasó en cada momento está bien, y el modo en el que fue transitado fue lo más sincero y auténtico posible así que estoy tranquilo con eso”.
Alguien que llevo dentro
Me está diciendo
Que puedo poner el tiempo
De mi lado.
“Sinceramente no hemos pensando en sacar música nueva. Es una pregunta que nos hacen mucho pero no es nuestro motor creativo, la verdad es que ahora estamos en otro estado, cada uno en proyectos diferentes. Yo estoy por sacar un nuevo álbum con de El Robot Bajo el Agua. Todos tenemos la energía creativa puesta en otro lado, lo que no significa que no haya energía creativa como Jaime Sin Tierra, pero tiene que ver con re-interpretar las canciones de la banda más que ponernos a producir música nueva”.
A la agenda de JST le quedan un par de shows. “Cuando demos el último veremos dónde estamos parados, qué tenemos ganas de hacer y hacia dónde pensar el próximo paso, pero estamos viviendo el momento, que nos tiene entusiasmados”.
Se trata de re-entender el pasado y traerlo a colación; “y la gran diferencia somos nosotros, las personas que interpretan las canciones. En nuestros documentos tenemos el mismo nombre pero somos personas a las que les pasaron muchísimas cosas, en lo particular, laboral, profesional”. Algunos vivieron en el extranjero, otros se quedaron, pero todas sus vidas lograron conducirse en muchas más opciones que esta banda.
Se trata de re-entender el pasado mas no aprovecharse de él. Quieren re-interpretar, en presente, esas canciones creadas hace 20 años. Son las canciones y es el corazón, por ellos y por nosotrxs, los que anhelamos.
El argentino se abruma con el reconocimiento de las piezas, dice que es algo que los excede y sorprende. “Es increíble cómo las personas se adueñan de las letras, y sinceramente, sólo siento amor, respeto, complicidad, es un regalo”. Emocionante, porque volver a estas historias musicales los llenó de cariño entre ellos y con lxs fanáticxs. “Es mucho más para el corazón que para la cabeza”.
Escuchar al cantante deja la misma sensación que poner ‘Inquieto’. Una calma que no desconoce ansiedad, una lucha en la que siempre va a ganar el lado brillante de la historia, los afectos, la sanación. Habla con amor de su trabajo, de sus compañeros de banda con los que fue a ver a Nick Cave hace poco, los mismos con los que compartió a Radiohead y R.E.M cuando tenían la misma edad que cumple su primer disco.
¿Es que acaso lograron poner el tiempo de su lado?
“Siento que sí, lo pienso también. Siento una especie de reconocimiento interno. No fue una meta o un desafío; la canción habla de ese anhelo y veo esta devolución que tenemos en conciertos, que trae mucho de eso, pero de ninguna manera es una revancha o una victoria porque no hay oponente, hay reconocimiento amoroso, esto de recoger algo que se enfermó hace mucho tiempo -por diversas razones que tampoco me interesa sobreanalizar- y sanarlo”.
“Si pudimos poner el tiempo de nuestro lado o no es un ejercicio de cada uno y de cada una, personalmente me parece que sí. Mi sensación es de reconciliación y de gratitud”.
¡Tenemos entradas! Si quieres ir al concierto de Jaime Sin Tierra junto a Protistas, este jueves 22 de noviembre en Club Subterráneo, comenta tu correo, tu nombre y la canción que sí o sí quieres escuchar en la primera visita de la banda a Chile.
*Foto por Agustín Duserre