Connan Mockasin es el caramelo suave, el dulce frío que se consume al calor, que se derrite y termina siendo entregado como una sustancia viscosa, pero sabrosa. Con todo una batería de canciones cargada a su disco de 2010 Please Turn Me Into The Snat, y que gracias al tiempo del setlist dejó afuera gran parte de su último trabajo discográfico, Jassbusters a excepción de la genial ‘Charlotte’s Thong’.
El rubio tenia una puesta en escena extraña, acorde a su música. Con su pelo cubierto por un gorro pescador y un tecladista que bien podría haberse escapado recientemente de Journey, Mockasin dio clases de pop dreamy con un show que si bien no tuvo puntos bajos, tampoco los tuvo muy altos, y esto último lamentablemente no se debe ni al artista ni a su banda; mucho menos al público, sino al clima que inundaba el lugar. Con un calor así, era imposible que la propuesta de Connan Mockasin no se diluyera bajo los grados celsius.
Lamentablemente, un set de no más de siete canciones terminó haciéndose largo a momentos, por la falta de movilidad de las canciones, que lamentablemente encuentran su gracia y su razón de existir en el relajo y la procrastinación, cosas difíciles de alcanzar bajo los rayos de ese sol de sábado en la ruta 68. Es solo cosa de escuchar ‘Faking Jazz Together’ para entender ese punto, era cosa de estar parado en el lugar correcto y en el momento correcto para que una brisa de aire te protegiera de ese sofocante calor, y entender el mensaje de Mockasin, tan simple y tan refrescante.
El show por ningún lado puede tildarse como malo, ni siquiera como un show que no cumplió, por qué ¿qué más le ibas a pedir a Connan Mockasin? Estoy casi seguro que lo que hizo que la conexión entre público y música no fuera fluida, tuvo que ver con el horario, el calor y el zorrón de turno. Un show como el suyo se merece más que una hora al sol a las tres de la tarde, para que el mensaje llegue bien, y no derretido. Aunque si se derrite, la verdad da igual, la gracia de la música de Mockasin es precisamente que no lo haga en tu mano.
*Fotos: Karla Sánchez