Yamila Ríos es una compositora, chelista y productora española que se encuentra a punto de estrenar su primer disco, Iras Fajro, bajo la etiqueta Forbidden Colors. Su trabajo se plantea desde las experiencias sonoras, mezclando toda su formación y experiencia docta con las infinitas posibilidades que ofrece la tecnología y las máquinas.
Conversamos con ella a propósito del lanzamiento de su single debut, que te presentamos en exclusiva en POTQ Magazine.
El chelo fue la primera extensión de Yamila para hacer música. Lo estudió desde que era una niña, siguió haciéndolo durante la adolescencia y posteriormente tomó el camino de la Sonología. “Creo que desde el primer momento entendí el instrumento como una extensión de mi propia voz. Por eso desde el principio no me interesó tanto tocar notas. Desde niña era demasiado expresiva, según mis profesores, con el instrumento. A mí me gusta el chelo que grita, que desafina. Me desagradaba el personaje erótico de la chelista, que toca para agradar al hombre. A través de la música electrónica y mis estudios de Sonología, conseguí una paleta de colores e intensidades mucho más amplias. Así como una capacidad de escucha que antes no tenía”, explica.
Pero esa relación emocional, gutural, con el instrumento no fue exclusiva. Fue de esa misma forma en que se comenzó a relacionar con la tecnología. “Yo me acerqué a la tecnología desde la posibilidad de conseguir un sonido que me hiciese llorar, desde la fantasía de un sonido grande, o brillante, o de un gesto determinado o de poder crear un espacio. A mí no me interesan los manuales, ni siquiera me interesa la tecnología más allá de la capacidad que esta tiene de describir lo que somos como humanos. Es decir los robots no son ellos, somos nosotros”, añade. La música ha presentado sus proyectos en festivales como Sonic Acts Festival de Amsterdam, Arts Electronica en Linz, en el Seoul International Computer Music Festival, STRP Festival de Eindhoven, y el Today’s Art festival en La Haya.
En su disco hay dos colaboraciones muy diferente entre sí. Por un lado está Chris Clark, músico electrónico inglés que desarrolla su trabajo dentro del catálogo de Warp y por otro, alguien que recoge la tradición desde el flamenco, que es El Niño de Elche, pero la rehace y busca otras formas, como por ejemplo con su proyecto junto a Toundra, Exquirla. Es así, como descubrimos otro nivel en el que Yamila pretende tomar bifurcaciones dentro de su trabajo.
“Ambos me fascinan, como personas y como músicos. De Paco (El Niño del Elche) aprendo cada vez que abre la boca, es una mente brillante, necesitábamos algo así en España. Chris, es como si entre la tecnología y su alma no hubiese un espacio. Trabaja impresionantemente rápido, parece que está haciendo magia todo el rato. Creo que de él, he aprendido a no tener prejuicios hacia ninguna música”, explica.
Hoy, además de conocer un poco más sobre Yamila y su venidero disco, estrenamos el clip de ‘Antrik’, su primer single. “El video nació de una memoria escondida en mi cabeza, en el recuerdo. Yo estaba con un amigo cerca de la playa, bebiendo cerveza y mirando a las estrellas. El cielo parecía una cúpula, debido a la arquitectura del terreno. Por otra parte, hacía poco tiempo que había sufrido una ruptura amorosa que me hacía cuestionarme el amor romántico, y el papel de la mujer dentro de este amor. Estas dos semillas se unieron gracias al amor y amistad de mis colaboradores”.
“La palabra que más me resuena al pensar en el rodaje, es frío. Al concebir el vestuario, se nos escapó un pequeño detalle. El clip iba a ser rodado a principios de marzo en la costa holandesa (Kijkduin). Nos presentamos todo el equipo en el lugar del rodaje y el termómetro marcaba tres grados y los bailarines tenían que estar prácticamente desnudos. Poco a poco las condiciones físicas de los bailarines y mías fueron empeorando, el frío era extremo. He de decir que el tequila fue un gran aliado. Al final del día cuando las fuerzas decaían y el frío iba más aún en aumento, decidimos meternos en un túnel, para resguardarnos un poco. En este punto, creo que los bailarines ya me odiaban bastante. Por otra parte, yo me sentía angustiada de haber expuesto a mi equipo a esa tortura. Sin venir a cuento y un poco de broma, los bailarines, empezaron a zarandearme de un lado para otro. Thomas, el director lo empezó a grabar. Cuando llegamos a casa y vimos las escenas del túnel, no nos lo podíamos creer, eran perfectas. Aunque no estaban en el guión era evidente que había que utilizarlas. Sentí entonces, que sin darnos cuenta y de manera real, habíamos plasmado, en estas últimas escenas, la angustia del personaje”.
Puedes ver ‘Antik’ a continuación: