Hoy nos despertamos con la tristísima noticia de la muerte del gran maestro de la canción francesa Charles Aznavour. Injustamente etiquetado como “el Frank Sinatra” francés, Aznavour fue más. Mucho más. Más de un millar de canciones grabadas, una gran parte de ellas escritas por él, y docenas de películas, avalan una trayectoria que se ha terminado con 94 años, y que le ha mantenido activo hasta casi el final de sus días, puesto que tenía prevista una gira por Francia para noviembre. Tras la muerte en diciembre de Johnny Hallyday, la música popular francesa se va quedando sin sus mayores referentes históricos.
De origen armenio, nacido en 1924, como letrista no sólo acuñó los temas románticos a los que se le suele asociar, sino que entró de lleno en tabús para la época como la homosexualidad, lo que hizo que en varios momentos tuviera problemas con las radios francesas que se negaron a emitir algunas de sus canciones. Activista de varias causas, nunca olvidó los orígenes familiares y, cuando hubo un terremoto devastador en Armenia en 1988, creó la fundación Aznavour por Armenia para aprovechar su posición, recaudando millones para la reconstrucción del país.
Fue una figura mundialmente reconocida, con una discografía de casi 200 álbumes, entre trabajos de estudio, directos y compilados, de la que se estima que se han vendido más de 180 millones de discos. Además, en su obra podemos encontrar la importancia de llegar a diferentes personas, con diferentes contextos, gracias a sus álbumes grabados además de francés, en inglés, italiano, alemán e incluso cerca de una decena en español.
Aunque fue más conocido como cantante, su carrera en el cine es mucho más que una simple anécdota como la de otros músicos. Ha trabajado con alguno de los autores más grandes, desde Jean Cocteau a François Truffaut, de René Clair a Georges Franju, de Chabrol a Egoyam, pasando por Volker Schlöndorff o Claude Lelouch. Una filmografía envidiable, sin lugar a dudas.
Aunque declaró que quería seguir cantando hasta los cien años, su deseo no podrá cumplirse pero, como dijo cuando el pasado año fue galardonado con una estrella en el Paseo de la Fama, “no es importante ser recordado. Lo importante es saber que mi trabajo será recordado”. Sin duda, un hermoso epitafio para una figura imprescindible e irrepetible.