Texto y fotos por Diego Ridolfi.
Eran las 4:30 am del viernes 16 de marzo y estábamos en el aeropuerto. Esta vez viajábamos 3 en vez de los 5 que tocamos habitualmente en la banda. Primera vez que nos toca reducir el equipo de una gira por un asunto netamente de costos -para qué referirme a lo que significa ser músico en Chile-. Fue una decisión difícil que estuvo acompañada de todo el trabajo que significó preparar este show. Muchas ansias: pasaríamos por 3 países en 7 días. Tomaríamos 8 aviones.
Llegamos a Lima como a las 10 am, a la casa de nuestra querida booker peruana. Desayunamos, descansamos un rato, tuve que ir a un mall que quedaba re lejos de donde estábamos para buscar unas camisas (que me regala una bella marca peruana que se llama Lima la Gris) y regresé para ir a almorzar. Pasamos el rato, probamos sonido. Tocamos en un bar que queda en el centro de Lima, que tiene una onda muy particular. Parecía medio como un cabaret. Ese lugar, fue el primero en el que hicimos un meet and greet en toda nuestra historia, y además, fue lo primero en agotarse. Sorpresivo, aún cuando la dinámica es algo extraña, no deja de dar alegría que la gente quiera acercarse tanto a uno cuando sólo te conoce por tu música y nada más. Era nuestro tercer paso por Lima y siempre nos han recibido demasiado bien.
El show fue hermoso, el lugar estaba casi lleno y la gente cantaba todas las canciones. Nuestro primer show de a 3, con las ansias al límite. En Chile solamente habíamos ensayado mucho, pero todo salió bien, fue un buen comienzo. Volvimos a casa, un rato de distensión y de hacer cuentas, y a dormir. Teníamos uno poco menos de 4 horas para descansar, porque a las 7 am pasaría una van por nosotros para regresar al aeropuerto. Estuvimos menos de 24 horas en Perú. Ahora nos íbamos a San José de Costa Rica.
Después de dos aviones, llegamos a Costa Rica. San José es una ciudad hermosa, y la gente es muy amable y está feliz casi todo el tiempo. Dicen “pura vida” siempre al terminar una frase, al saludarte o despedirse. Ese sábado fue medio de descanso. Estábamos ahí porque nos invitaron al Festival Transitarte, que es gratuito y para todo público. Y como era algo municipal, nos hospedaron en un hotel Atton. Un lujo. Habitaciones para cada uno en un hotel casi como 5 estrellas con todo lo que eso trae: sauna, piscina en el último piso, camas gigantes, etc. Parecía broma, yo al menos no me la creía.
El domingo probamos muy temprano y tocamos en el atardecer, así que a la mitad del show ya era de noche. Fue hermoso. Había harta gente cerca que cantaban las canciones o que estaban re prendidos mientras tocábamos. Y las personas que estaban más atrás, y que obviamente no nos conocían, disfrutaba del show con mucho respeto y atención. Eso se sentía latente y fue muy emocionante. Estar tan lejos de Chile y que pasen este tipo de cosas es una inyección de energía bastante importante.
El lunes en la noche tocamos en un bar llamado Amon Solar, junto a una banda de Costa Rica y otra banda de Guatemala. Estábamos rodeados todo el tiempo de gente demasiado buena onda, eso es lo mejor de los viajes. Siempre nos han tratado muy bien en cada lugar que hemos tocado fuera de Chile. Todo salió genial, terminamos el show, desarmamos rápido y corrimos al hotel. Había que preparar las maletas y salir al aeropuerto, de nuevo, para viajar a Seattle. Pasado las 2 am estábamos esperando el vuelo: dos aviones y casi todo un día de viaje para llegar a Estados Unidos a eso de las 10 de la noche.
Llegamos al Airbnb, una mini casita dentro de otra gigante en los suburbios de la ciudad. Eran como las 11, hacía frío como si hubiera nevado, y caminamos mucho rato para encontrar algo para comer sin mucho éxito. Logramos pedir una pizza y nos fuimos a descansar. Al otro día estaríamos tocando en KEXP.
Eran como las 14:00 horas del miércoles y estábamos esperando el uber para ir a la radio. En la conversación con el conductor, nos cuenta que en Seattle la marihuana es legal de uso recreativo, aparte del medicinal, lo que generó como si un estadio completo gritara un gol dentro del auto.
Llegamos a la radio. Yo no lo creía. Fue la parte del viaje donde todo se comenzó a volver medio surreal, al menos para mí. KEXP está en un edificio hermoso, dentro de una universidad. Al entrar hay una especie de hall grande con cosas para comer, una pequeña tienda de discos y vinilos, y la transmisión por televisores de lo que están haciendo en la radio. Avisamos de nuestra llegada y nos hacen entrar a los estudios.
Cuando abrimos la puerta del estudio donde tocan las bandas fue demasiado intenso. ¿Cuántos videos uno ha visto en este lugar? Y ahora estábamos parados en él, armando los equipos para tocar. Toda la gente es demasiado buena onda, desde los ingenieros, camarógrafos, asistentes y a nuestro querido host, Dj Chilly. Teníamos un camarín increíble. Podíamos hasta lavar ropa. Había un café delicioso. Había un papel mural con imágenes de casetes donde los artistas que habían pasado, dejan su nombre y la fecha. War on Drugs, James Blake, Slowdive, Mac Demarco, St Vincent, Juana Molina y un infinito etcétera, como Fármacos. Yo me animé un poco más y escribí como en tres casetes -:)- También había snacks de cereales que guardé en mi mochila al terminar la sesión. Ese fue nuestro desayuno los días siguientes.
Todo tranquilo, probamos, volvimos al camarín y nos dicen “ya, a grabar” y ahí vino el uuuuuuuh. Toda la calma se fue por varios minutos, incluso en los primeros momentos de la canción inaugural, pero luego volvió. Al final te das cuenta de que estás tocando como has tocado en otras situaciones. Es un escenario más o una situación más donde, al menos yo, trato de dar lo mejor que pueda siempre, sea el escenario que sea.
Creo que todo fluyó y salió bien. Canción tras canción iba pasando como si fuera un show de los que uno tiene siempre y de los que seguirá teniendo. Recuerdo la sensación del fin y nuestra felicidad, nosotros como Fármacos y la gente de la radio. Nos felicitaban y nosotros, ahí, contentos con cero ganas de irnos del estudio y de la radio.
Al final pasó todo demasiado rápido y habían muchas sensaciones rondando. El honor y el lujo de estar ahí, ser los cuartos chilenos en tocar… Fármacos aún es de segunda división en comparación a Javiera Mena, Gepe y Anwandter, que estuvieron antes que nosotros, así que creo que para el equipo de la banda tiene el triple de importancia haber estado en KEPX. Una hermosa sensación hasta el día de hoy.
Luego de este viaje surreal, volvimos a nuestro lugar de descanso y partimos a tocar al show que logramos agendar ese mismo miércoles. El bar en cuestión era Central Saloon. Al entrar veo que hay muchos afiches enmarcados. Nirvana, Soundgarden, Sonic Youth, Alice in Chains, Melvins. Cuando pregunto, me dicen que fue parte de los primeros escenarios donde todas esas bandas comenzaron a tocar. Otro momento surreal para el día. Nunca fui de la onda de esas bandas, pero comprendía y me pegaba fuerte lo que significaba estar en un escenario donde alguien como Cobain también había tocado.
Tocamos junto a dos bandas más de Seattle, ambas increíbles. Hicimos buena onda y fueron los compañeros de los dos días que nos quedaban para volver a Chile. Ese miércoles fue tan importante como rápido. Igual que toda la gira. Es muy emocionante ver que se cumplen las cosas que has deseado tanto, y por las cuales llevas años trabajando. Ojalá que esto sea sólo un peldaño de una escalera gigante.
Los días restantes nos dedicamos a caminar mucho, ir a ver equipos e instrumentos, recorrer toda la ciudad que es bellísima, muy parecida al sur de Chile. Llovió, nevó y sentimos el frío de Seattle. También disfrutamos de las legalidades de la ciudad, para luego volver a Santiago. Un viaje que comenzó el viernes en la noche y terminó el domingo a las 6 am, en Santiago, después de 3 aviones.