El extraño mundo del escenario de Perry, el creador de Lollapalooza, que hasta ha salido a decir que la EDM no es de su total gusto. Y aunque el stage ubicado en el Movistar Arena ya se consagró como la cueva de la juventud dispuesta a tirar pasitos, también tiene pequeños tesoros que logran mantener a flote el espíritu del festival: eso de ir esperando algo y terminar sorprendiéndote con otra cosa.
Rubio lleva un año en marcha. Fran Straube ocupa este proyecto como diario de vida. En sus cinco epés –R, U, B, I, O– que próximamente se van a transformar en largo, la música dio libertad a su creatividad, y sobre todo, a la experimentación. Un punto clave cuando hablamos de sonidos electrónicos. Y ahí estaba ella, de punta en gris, con una capa cautivadora que se movía cada vez que interpretaba con destreza las piezas que recorren una serie de estados.
La calma antes de la tormenta que significa ese escenario. Una de la tarde y la banda presentaba pulcramente por qué son revelación. La profundidad de la voz de Straube transformó la arena en una nave dispuesta a recibir embarques de quien se sintiera atraído por estos sonidos que no están hechos para que saltes sin pensar, más bien sirven para cerrar los ojos y acompañar a los músicos durante su tránsito personal y reflexivo.
La juventud -escolar, por sobre todo- estuvo tibia. Las primeras filas aceptaron el reto de procesar pistas y efectos, mientras más atrás, los milénicos hacían historias con Rubio de fondo, como la bulla perfecta para empezar la jornada. Allá ellos, cosa de cada uno. De todas formas, el debut de los responsables de ‘Hacia el Fondo’, fue provechoso y explotó su show la máximo: visuales increíbles, una armonía que se va puliendo con cada presentación, y Fran como una frontwoman a prueba de balas, o historias de red social.
*Foto de portada: Ramiro González