Alain es un hombre roto y vuelto a armar. O esa sensación queda al ver el documental “Unfinished Plan. El Camino de Alain Johannes”, dirigido por Rodolfo Gárate.
Desde la fila para ingresar al teatro en Valparaíso se escuchaba el ensayo de la banda, pero nadie parecía percatarse de la cercanía, de lo venidero. El lugar, que normalmente funciona como cine, se iba llenando con rapidez. Cuando ya están ocupadas la mayoría de la butacas, el presentador expone que el documental que veremos es parte del ciclo Miradoc. Presenta al director, quien se ve emocionado por el lleno total.
Empieza el documental.
Antes de ver su rostro, su voz aparece. Es Chris Cornell hablando de su amigo Alain, y nosotros, el público sentimos un quiebre. Se escuchan quejidos y algún lamento.
Y luego nos encontramos con el rostro y la voz de Josh Homme, Peter Rock -el tío de Alain-, Alex Turner, Kim Thayil, Matt Cameron entre otros, quienes nos van relatando los caminos de ese chileno inspirador. El eje central está en la muerte de su esposa Natasha, el reencuentro con su padre, el cantante de la nueva ola Danny Chilean y la muerte de este, su madre, y luego su tío. Vemos el dolor desnudo de este hombre que logra crear melodías sinceras, tristes y bellas. El documental nos muestra el proceso de creación de estas piezas, y las vamos entendiendo, desde su origen hasta ya terminadas.
Ahí es cuando el documental termina. Ahí es cuando la realidad del documental se mezcla con la realidad del teatro.
El telón se levanta y tras él está Alain junto a los hermanos Foncea. Como si hubieran salido desde las imágenes y se materializaran frente a nosotros. En vivo.
Y tocan las canciones que vimos crecer desde el dolor a la sanación de espíritu. Escuchamos la voz de Alain, que ya sin secretos nos canta canción a canción las variantes de sus dolores, y luego la fuerza creativa de su banda Eleven. Hay un momento en que iluminación se vuelve azul. Y la sensación del hombre roto se hace carne. Es un sujeto que se va borroneando tras la luz y muestra un rostro de cristal, un sujeto que canta y conmueve. Ahí está todo lo demás.
Es un concierto reducido, emotivo y vibrante. Aquello se hace evidente por la larga duración de los aplausos que exigían un tema más y que solo lograron que volviera para uno. Al final, todos queríamos seguir escuchándolo, o viéndolo, o agradeciéndole cada momento de su eternidad que nos entregó sobre el escenario.
Estábamos en el teatro Condell de Valparaíso, lugar que hace poco fue presa de un robo millonario que los obligó a repararse, a sobrevivir. No puedo dejar de pensar que los caminos se entrecruzan entre ese músico inspirador y este lugar que tantos buenos momentos nos ha dado.
Afuera hace frío y la gente tiene sonrisas en sus caras.