Los Planetas llevan unos 25 años junto a mí. O bueno, yo con ellos. Los he visto en mi pueblo junto a otras ¿veinte personas?, y en festivales tan grandes como el Primavera Sound junto a miles, puesto de M, recordando Una Semana en el Motor de un Autobús, por orden, desde el primer acorde de ‘Segundo Premio’, hasta el último de ‘La Copa de Europa’. Les he visto conciertos penosos, y otros muy buenos (como el de Blondie). He comprado sus trabajos los días que salían, corriendo en la mañana a la tienda de discos, para no perder ni un minuto en descubrir sus nuevas canciones, y he tenido etapas de frustración y enfado con su música. Ha habido momentos en los que sentía que eran el grupo de mi vida. No era difícil. Ellos usaban un lenguaje de tú a tú como los Smiths, como R.E.M.. Eran la banda sonora perfecta de la juventud con esas historias de drogas, fiestas, música y, aparentemente, relaciones al límite y sexo turbio.
Siete años sin un disco nuevo de Los Planetas, son muchos años para una banda que nos acostumbró a tener una periodicidad reconocible. Como sabemos que cada año habrá un nuevo título de Woody Allen, desde 1994 hasta 2004 editaron seis discos con regularidad bianual, en un proceso que parecía que iba a ser para siempre. Pero todo sabemos que nada es para siempre. Bueno, algunos amores. Entre ellos algunos musicales.
Después espaciaron en tres años la salida de La Leyenda del Espacio, auténtico punto de quiebre en su carrera. Otros tres para que llegase el discutido (y discutible) Una Ópera Egipcia y, de ahí, nada menos que siete. Y montones de rumores de ruptura (algo, por otro lado, habitual desde su segundo disco Pop de 1996). Conciertos espaciados, algunas apariciones esporádicas, su primera gira por Sudamérica, y un irregular EP en 2015 llamado Dobles Fatigas. Reediciones de su catálogo en vinilo. Salida de Sony. Fichaje por el sello del Primavera Sound. Salida del mismo.
Es verdad que el grupo no ha estado inactivo. El proyecto más importante, el de Los Evangelistas, una especie de banda para mayor gloria del legado de Enrique Morente, publicando un disco, Homenaje a Enrique Morente, estremecedor, una obra maestra, y después un EP más irregular. También J en su divertimento paralelo, Grupo de Expertos Solynieve, editó un par de epés, Eric en la batería siguió con Lagartija Nick, como lleva haciendo desde el año 1990. También Banin y Florent exploraron en un disco y un EP sus aventuras electrónicas con Los Pilotos. Entonces, ¿han estado inactivos o, simplemente distraídos con muchas otras cosas?. Escuchando Zona Temporalmente Autónoma, parece claro que han estado tomando aire, viviendo, pensando y creciendo.
Así llegamos a 2017, 25 años más tarde de sus primeras grabaciones, y aparece Zona Temporalmente Autónoma. Nada en Los Planetas es dejado al azar. Desde la portada del Medusa EP con ese Hulk que te mira enfadado, pasando por toda la obra gráfica conceptual que trabajó con ellos Javier Aramburu, hasta los títulos de canciones y discos que remitían a otras músicas, a conceptos abstractos pero palpables (¿qué si no es el movimiento lateral que experimentan con Unidad de Desplazamiento? ¿No es una metáfora suficientemente explícita llamar a un disco Contra la Ley de la Gravedad cuando estás inmerso en una lucha contra tu propio sello discográfico?). Por supuesto, todas las conexiones con el mundo real que hacen de su universo algo tangible y cercano (¿qué fan que pase por Granada no se va a ir a tomar una cerveza y unas tapas al Amador?).
Tampoco es azar ese título. Zona Temporalmente Autónoma, viene de un manifiesto de igual título del filósofo newyorkino Hakim Bey, que planteaba las bases del neoanarquismo. Se trataría -de manera muy resumida- de espacios oscuros para el poder, en el que se sentaran las bases de comunidades libres del poder autoorganizadas. Las formas de comunicación serían internas y no públicas (en contraposición a las teorías políticas clásicas que pretenden ser universalistas). Esos espacios de libertad individual y colectiva sólo existirían en cuanto estuvieran ocultos y desconocidos. En cuanto fueran descubiertos, habría que buscar otros para volver al mismo proceso. De ahí su temporalidad y autonomía.
El disco es muy denso en ideas y sus textos pero, como siempre en ellos, se esconden en historias que siempre parecen de desamor. Las letras de Los Planetas muchas veces han sido acusadas de misóginas, por expresar sentimientos fuertes de venganzas y odios, cuando, la mayor parte de esos textos escondían otras lecturas. Ajustes de cuentas contra su compañía discográfica, exhortaciones de odio a los poderes fácticos, descripciones de las tensiones internas en la banda… pero todo ello dibujado como violentas historias de amor y desamor. El mejor ejemplo en este nuevo trabajo es ‘Zona Autónoma Permanente’, en el que explica la teoría anteriormente expuesta mediante una canción que podría ser una nueva historia de amor. Pero, en realidad, habla de política. Como tantas otras veces.
En lo musical el álbum parece una depuración de toda su carrera, lo cual no puede ser más que una gran noticia. Como otros grandes artistas como John Houston o Cohen, toda su obra parece una continua profundización en temas y estilización de su propia técnica hasta llegar a perfeccionarlo, encontrar su esencia. En el disco vamos a encontrar a Los Planteas burbujeantes de siempre en ‘Espíritu Olímpico’ acompañados de la maravillosa La Bien Querida (aunque esta vez con menos protagonismo que en la inmensa ‘No Sé Cómo Te Atreves’ de Una Ópera Egipcia). También los más tiernos como en ‘Porque Me Lo Digas Tú’ que, como una parte importante de este trabajo remite a su cumbre, Unidad de Desplazamiento del año 2000. Por supuesto, regresan a adaptaciones de palos flamencos mezcladas con psicodelia. Hay fandangos como ‘Libertad para el Solitario’, en el que incluyen versos de El Agujetas, hay soleares como en ‘Hierro y Níquel’. La misma ‘Espíritu Olímpico’ son unos tangos (el palo flamenco, no el argentino) mezclado con The Cure. En una de las cumbres del disco, ‘Una Cruz a Cuestas’, se adaptan unos versos del cantaor Manuel Vallejo y se hacen acompañar de una estremecedora aportación de Solea Morente, la hija más popera de Enrique. En el especial que les dedicó Radio 3, se puede contextualizar y entender mejor todo esto (y, de paso apreciar la función de tener, ay, una radio pública).
Quizás desde aquí sorprenda un poco la cantidad de adaptaciones y apropiaciones que existen en este (y los dos anteriores) discos de Los Planetas, pero el flamenco, como toda música popular, está hecho de reinterpretaciones y adaptaciones con el sello propio de temas populares o de autoría difusa. Lo importante no era el autor sino la obra y la pervivencia se da en su testimonio a lo largo de los años. Lo importante es la interpretación que la hace existir cada vez. De ahí el poco aprecio hasta no hace tanto a las grabaciones en estudio de los grandes maestros del flamenco (y sus pocos registros). La mítica de forma oral y el canon se creaba con cada interpretación, apropiación o modificación. Por eso adaptar un tema de los argentinos 107 Faunos como es ‘Seguiriya de los 107 Faunos’, no es tan sólo versionar por falta de creatividad sino inscribirse y renovar una tradición de las que, desde hace una década, ellos se ven herederos desde la vertiente del rock. Aunque, ¿no hacían eso mismo cuando sonaban a Spacemen 3, a Jesus and Mary Chain, o a los Pegamoides?. ¿No es lo mismo que hace desde sus inicios el rock de manera más disimulada pero, en el fondo similar, reinterpretar la herencia anterior?
Pero si hay una adaptación que sorprende y descoloca (al menos en un primer contacto) es ‘Islamabad’. ¿Los Planetas haciendo trap?. Pues sí. Hace unas semanas se puso a la venta un split de 10” por parte del veterano sello Acuarela en la que, por una parte aparecía el clásico de Yung Beef, ‘Ready Pa Morir’, y en la otra cara la adaptación planetaria de esa canción, con la letra acomodada a sus propios temas, con el título de ‘Islamabad’. ‘Ready Pa Morir’ era el tema más destacado de la mixtape de 2015 A.D.R.O.M.C.F.M.S.2, del miembro granadino de la crew trapera Pxxr Gvng. Nunca publicada en físico, este extraño artefacto, adquiere todo su sentido al escuchar ambas canciones seguidas. La frase “estoy cayendo pa’rriba” se convierte en la bisagra que une ambos temas, pero también la que abre la puerta de una música tan 2017 como es el trap, a los temas e imágenes recurrentes del universo planetario. El fraseo de J se hermana con esta nueva generación de músicos, encabezados por los propios Pxxr Gvang, que han sabido conectar como parece incapaz el rock y el pop en la actualidad, con una nueva generación de aficionados a la música. Porque para mucha gente los propios Pxxr Gvng (ahora convertidos en Los Santos), significan lo mismo que Los Planetas para otros: la banda sonora de su adolescencia, el grupo en el que reflejarse y ver reflejadas sus propias experiencias.
Los Planetas en 2017 permanecen relevantes por méritos propios, no por el respeto a su trayectoria. Pocos grupos con 25 años de carrera ininterrumpida, están en esa posición. No es casualidad.