Era la revancha de lo sucedido en la versión del año pasado, cuando los argelinos Tinariwen no pudieron presentarse en el festival luego de un error logístico con un vuelo que los traería al país. Pero la vida siempre da segundas oportunidades y el conjunto tuvo el honor de abrir el Itaú Stage con un fuerte sol como testigo privilegiado.
Lo de Tinariwen no es precisamente un número para grandes audiencias, pero es el reflejo de la transversalidad musical del festival. De todas maneras, lo desconocido siempre llama la atención contestando a la curiosidad del público más entusiasta que llegó a penas se abrieron las puertas al mediodía.
Vestidos con túnicas, el quinteto mostró lo mejor de su estilo world music para un público que los presenciaba con respeto y en algunos casos, bailando los ritmos arábicos que gobernaban el set que tenían preparado. ‘Imidiwan Ma Tennam’, ‘Emin Assossem’ y ‘Chaghaybou’ fueron parte de una propuesta que escapa de lo común, pero que a la larga se vuelve monótono y tedioso, a pesar de lo prolíficos que podían llegar a ser con la interpretación.
Fue un show redondo, pero carente de emoción y sin sobresaltos, todo parecía ser una larga suite de 45 minutos. Sin desmerecer la trayectoria y talento del conjunto, ese cuarto de hora pudo ser perfectamente para algún artista nacional, puesto que ningún chileno dijo presente en los dos Stages principales del festival durante el domingo. Y talento nacional hay de sobra como para dar esa oportunidad.