Se conocieron estudiando música en Boston y se nota. Cada pieza que tuvo el debut de Stone Giant en Lollapalooza estuvo lleno de virtuosismo musical y juventud latina. El cuarteto conformado por un argentino, un brasilero, un chileno y un portugués se presentó frente a un teatro La Cúpula sin llenar la capacidad, pero con un público considerable para tener como vecino de escenario a Bad Religion.
Desde el comienzo del espectáculo llamó la atención la pensada distribución de los integrantes sobre la tarima del fresco lugar. Todos en fila, participando en conjunto, con una cohesión envidiable, con una vitalidad stoner que golpeaba con fuerza, como si se tratara de un grupo de niños de doce años que sueña que está en Glastonbury frente a cien mil personas. No fue tan así, pero sí. Para los músicos, en especial para el chileno Pepe Hidalgo, se notaba que la ocasión iba a ser inolvidable y retrató en cada golpe a su bombo la potencia que quería traspasar a sus coterráneos.
Las influencias de Led Zeppelin y de Jimmy Page son claras, pero los músicos han sabido darle un punto extra a su talento luego de tantas presentaciones en Nueva York y Boston. Lograron darle una vuelta a un show que pudo no ser más que un concierto tributo a Pink Floyd y convertirlo en una excelente carta de presentación para los desconocidos que iban a disfrutar de la sombra del Lotus Stage y que se fueron impresionados con el minucioso y detallado trabajo de la agrupación, que hacía pensar en grandes exponentes del rock clásico.
Sólo tienen un par de años de trayectoria y se ve un futuro brillante para el grupo de jóvenes que no sólo se para sobre el escenario con cabellos rockeros y rebeldes tocando sus instrumentos. Lo hacen con esmero, detalle, y amor.