“La música y escribir fueron las únicas dos cosas que me gustaban cuando niña. A eso de los tres o cuatro años, mi papá me compró una grabadora de cintas. Y luego, más grande, llenaba cuadernos con historias, páginas y páginas sobre gatos muriendo en incendios, como si fuera mi propio tipo de periodismo. Así que estas dos cosas siempre estuvieron en mí. Cuando era adolescente traté de hacer música pero no resultó. Luego, intenté ser periodista musical. Fue en los setenta, un tiempo en la historia en el que realmente podías decidir ser algo y llevarlo a cabo, si de verdad lo querías hacer”, declara Sylvie Simmons, una de las periodistas musicales con más historias que contar, luego de cuarenta años de carrera.
Todo comenzó en la década de los setenta. La inglesa comenzó a escribir en su país en una revista para mujeres jóvenes que se llamaba Mirabelle. Debbie Harry iba a la ciudad y ella pidió entrevistarla. Desde la redacción le dijeron que no. En el ‘77 llegó a Los Angeles, California, como corresponsal para Sounds, la publicación inglesa. “Así que fui a Los Angeles pensando en ayudar en fotografía, pero apenas llegué me di cuenta que no quería ser fotógrafa, quería escribir”.
En aquellos años, escribir de música significaba que eras tratado como una estrella o, al menos, tenías mejores condiciones laborales que en la actualidad. Había libertad, tiempo y recursos para perseguir buenas historias. Eso sí, para una mujer escritora podían haber algunas dificultades, que no son tan diferentes a las del presente.
“Al principio no me di cuenta de que debía tener pene para hacer mi trabajo. No era un requerimiento, pero al menos en Inglaterra, fue como si sólo se me estuviera permitido escribir sobre bandas de pop. El serio y atrevido rock estaba reservado. La mayoría de los editores eran hombres y hubo veces en las que sí tuve que lidiar con sexismo de parte de ellos, pero no fue tanto. Por ejemplo, mi editor en Sounds era todo lo contrario: el me puso en el camino con Black Sabbath y jamás pensó que por ser una chica, me podría meter en algún problema con ellos. Hubo otras veces en que mujeres editoras eran tan celosas de su posición, que jamás le daban una buena historia a otra mujer”, aclara Sylvie.
Viajar con músicos, ir de gira, pasar días con ellos. Ahí la historia daba un poco una vuelta. “Asumían que por estar en el negocio, podías andar con ellos, ser su novia o la chica por esa noche, así que en el comienzo fue un periodo de decirles no, no se trata de eso. Estaba siendo seria en mi trabajo y terminaron por darse cuenta. Eso sí, si alguno se empecinaba en seguir con eso, les lanzaba la puerta en la cara y les decía que estaría en el artículo, para que todos se dieran cuenta de lo idiotas que eran”, cuenta riendo.
Durante los ‘80, Simmons fue parte del staff de Kerrang!, una publicación inglesa enfocada en metal y hard rock que primero fue un suplemento dentro de Sounds y luego se convirtió en una revista independiente. Pero no sólo cubría estos géneros, también han pasado por su pluma íconos como Rod Stweart, Mick Jagger y Michael Jackson.
Llegaron los ‘90 y Sylvie tomó sus maletas y se fue a vivir a Francia por cuatro años, tiempo en el que escribió A Fistful of Gitanes, la biografía de Serge Gainsbourg. Escribiendo también en MOJO durante esos años, estuvo tres días entrevistando a Leonard Cohen y este trabajo fue parte de lo que se publicó en el 2012, I’m Your Man, la biografía del artista traducida a quince idiomas hasta la fecha.
Fue en el tour de promoción de este libro, que Sylvie tomó su ukelele. Esto la llevó a lanzar este año Sylvie, su álbum debut, rompiendo la regla de oro del periodismo musical, que es la de no publicar tus propios discos. Eso sí, después de escuchar su trabajo, se agradece el hecho de haber roto el esquema. Canciones elegantes, simples y entrañables que, sin duda, recogen todo lo aprendido en cuatro décadas.
Sylvie en Tennessee
Simmons recuerda con especial añoranza, la semana que pasó en la casa de Johnny Cash. “Eso fue algo que jamás pensé que iba a hacer. Siempre fui fan de su trabajo, fue una de las mayores figuras del country que quedaban vivos. Su productor era una persona muy importante dentro de la industria y un gran fan del rock además. Le preguntó a Johnny si le parecía bien pasar una semana con él, en su casa en Tennessee y realizar una entrevista para un libro que acompañaría su box set”.
“Durante esa semana desayunaba con Johnny Cash, estaba en su hogar, tocaba su piano y paseábamos por el lago junto a su casa. Fue una experiencia que de verdad me tocó, una experiencia extraña. Todos esperábamos que Johnny Cash viviera para siempre y seis semanas después de eso falleció”. Todo esto lo relata con un tono de voz diferente, con una emoción que traspasa la conversación por Skype y que hasta entorpece poder enunciar la siguiente pregunta.
“De verdad, fue muy fuerte pasar tanto tiempo con alguien que vivió tal vida. Eso es lo importante de este trabajo. No tener los chismes, ni la técnica, o las razones que hacen a alguien un buen músico, tiene que ver con la pasión que los maneja, porque todos pueden llegar a ser buenos con disciplina”.
“Todos quieren todo gratis”
“En el principio, los únicos requisitos que debías cumplir para hacer este trabajo era que podías tomar todas las drogas y alcohol que quisieras, pero tener tu trabajo a tiempo. Quizás no era el trabajo más difícil, pero sí el más loco, el más ruidoso y el más removedor de emociones que creo conocer ¿sabes? La gente dejaba su corazón en una línea”.
Aunque ahora no desconoce que existe amor en el trabajo, sabe perfectamente que esa es la principal razón por la que la escritura sobre música sigue existiendo. Las condiciones han cambiado. “Ya no es una opción de carrera, es algo que la gente hace por amor”, reflexiona.
“La revolución digital es algo que para mí como escritora ha sido difícil, al igual que para mis pares, mis contemporáneos, creo. En el pasado, podíamos vivir como periodistas musicales. Imaginemos que hago una entrevista a Mick Jagger, paso un dia entero con él, hago todo el trabajo, la escribo para una revista inglesa y luego hago una versión para una alemana o japonesa. De esa manera podías vivir de escribir, enfocada en tu trabajo. Con internet esto desapareció, porque las revistas quieren tener ese tipo de piezas online y tu entrevista a Mick Jagger va a estar citada en sitios de todo el mundo, y nadie más la comprará. Así que financieramente, ha sido muy malo. Además, creo que las revistas han sufrido el mal de querer todo gratis. Por eso creo que la gente piensa que la Rolling Stone estadounidense ya se fue por la ladera de un cerro hacia abajo, al menos en lo que tiene que ver con música. Su calidad no es ni siquiera parecida a lo que era y creo que es porque tienen que sacar el trabajo con un staff mal pagado y menos motivado”, declara.
“Creo que hay varios otros problemas: el miedo de las revistas a seguir y tener que ser más populares de lo que eran, teniendo que cubrir a Kim Kardashian o una historia sobre alguien que tuvo sexo con otra persona. Pero es verdad que actualmente, toda la gente quiere las cosas gratis. Esta semana, tres publicaciones grandes con dinero me pidieron hacer cosas gratis. Es un mundo extraño ahora. Fui muy afortunada de hacer lo que hice cuando lo hice, en una época dorada, así que no me puedo quejar”.
-Me mira fijo y sonríe. “Y sí, tienes razón, soy pobre, pero soy feliz”, le digo.
-”Exactamente, es que así es, te entiendo perfecto, lo único que yo he hecho siempre es escuchar música, escribir sobre música o hacer música. Así es, lo siento chicos, es eso para lo que he sido entrenada”, explica riendo. “No te preocupes, seguirás escribiendo en treinta años más”, asegura.
¿Existe un público que quiera leer sobre música? Para Sylvie la respuesta es sí. “Hay pero es más un culto. De la misma forma que la gente colecciona vinilos, actualmente. Pero creo que está creciendo. Al menos acá en Estados Unidos, existe una especie de protesta frente a la revolución digital. Al mismo tiempo que la gente está pegada a sus iPhone, buscan comprar verduras en lugares más pequeños, de productores locales. La gente se está quedando con la comodidad que entrega la tecnología pero está tomando contacto con cosas más humanas. Y la música, es una de las cosas más humanas que existen”.