Un disco solista puede ser muchas cosas y puede nacer de una plétora de intenciones. Puede ser un intento desesperado por mantenerse vigente, así como también puede ser desafío personal. Puede nacer de la urgencia de aprovechar el nombre de esa banda de origen o de la necesidad de salir de la zona de comodidad y de, simplemente, hacer algo distinto. En el caso de Paul Banks, basta con una sola oída a sus dos trabajos en solitario a la fecha para saber cuál es la respuesta.
Cuando el británico comenzó a trabajar por su cuenta el 2009, bajo el seudónimo de Julian Plenti, se podía entender de dónde venía su intención. Su primer álbum (“Julian Plenti Is… Skyscraper”, lanzado ese mismo año), si bien inevitable de relacionar con Interpol, no sonaba a Interpol. El color era diferente, la mezcla de estilos era evidente e incluso algunos temas mostraron un lado más folk que, por supuesto, de inmediato fue comparado con Bon Iver. Una opinión fue la predominante: que los once temas de su debut mostraban lo que Paul Banks era en realidad.
Pero, en realidad, no era así. Y tuvieron que pasar tres años para entenderlo. Julian Plenti fue un experimento, una suerte de prueba de cómo funcionaba el asunto, y eso quedó de manifiesto el 2012. Primero, el seudónimo pasó a mejor vida, y luego vino un segundo disco que estuvo lejos de ser una mera continuación. Esa ópera prima fue el equivalente a un niño metiendo el pie al agua para ver si acaso está muy fría. Con “Banks”, el compositor inglés dio el verdadero salto y se lanzó de cabeza a la corriente.
Es cierto, “Julian Plenti Is… Skyscraper” es un animal completamente distinto a cualquier disco de Interpol, pero palidece en comparación con su sucesor. El verdadero Paul Banks, sin ataduras creativas de ningún tipo, aparece acá. Si bien el inicio con ‘The Base’ engaña y hace creer que esto es sólo una versión más densa de su primer esfuerzo, a medida que los temas avanzan las sorpresas comienzan a aparecer, agarrando desprevenido incluso al más esperanzado. Canciones dignas de ópera (‘Paid for That’), instrumentales gloriosos (‘Lisbon’) y otros en que los sampleos de voz son protagonistas (‘Another Chance’). El camino fácil acá brilla por su ausencia.
“Banks” está lejos de ser simple, y eso es evidente. No sólo es una evolución como un todo, sino que evoluciona a medida que avanza. Pareciera que la voz de su creador va cambiando con el paso de los minutos. Por supuesto que hay momentos donde aparece el vocalista de Interpol (‘I’ll Sue You’, ‘Summertime Is Coming’), pero en momentos como ‘No Mistakes’ el color y la interpretación del inglés son más reminiscente a Michael Stipe (sí, el de R.E.M.) que a cualquier tema de su banda.
Las sorpresas son muchas, y no hacen más que alimentar el todo. En este álbum no hay apuesta que no pague ni riesgo que no valga la pena. Complejo e intenso en sus casi 40 minutos de duración, “Banks” es una metamorfosis en sí mismo, y uno de los mejores trabajos editados el 2012. Ahora sí pueden decirlo: ésta es la verdadera declaración de principios. Éste es el verdadero Paul Banks.
Paul Banks toca este martes 12 de marzo en el Club Chocolate. Más información, en este enlace.