Sá
bado 10 de noviembre, Club de Campo Las Vizcachas, Santiago
Fotos por Javiera Tapia y Marco Denzer
Es innegable que, dentro del cartel del Maquinaria Festival 2012, el primer día estaba cargado al rock, desde la novedad hasta la espectacularidad, con una dosis extra de créditos locales. Nuestros corresponsales en terreno, Miguel Ángel Castro e Ignacio Silva, siguieron de cerca los shows de Mastodon, Cómo Asesinar a Felipes, Cavalera Conspiracy, Stone Sour, Marilyn Manson, Slayer y Kiss. Éstas fueron sus impresiones.
MASTODON: Furia y vanguardia
Escenario Maquinaria, 16:45 hrs.
Por Miguel Ángel Castro.
Fueron los primeros de la parrilla internacional en hacer sonar los parlantes de Maquinaria 2012, un poco pasada la hora oficial anunciada en la programación. Llamaba a la duda que en la misma se anunciaba que los norteamericanos solo tocarían 30 minutos, cosa que confundió a los fanáticos locales, quienes de a poco arribaban al escenario dispuesto para la ocasión -bajo un sol de escándalo- sin entender por qué la presentación de una banda de semejante escala tendría tan corta extensión. La verdad es que el show de Mastodon duro algo más de una hora, tiempo suficiente para fundamentar los vastos créditos que depositó el público asistente, en virtud de su jerarquía dentro del cartel completo del festival.
Y es que Mastodon, a diferencia de la espesa mayoría de los artistas de Maquinaria -con todo el respeto que nos merecen- vino en el mejor momento posible, apañados por un ultimo álbum fantástico, cuya solidez ya ha sido más que confirmada tanto en la crítica como en las listas de ventas. Y de eso se trató principalmente el espectáculo. Interpretaron “The Hunter” (2011) casi por completo, más algunas cosas de “Blood Mountain” (2006) y de “Crack the Skye” (2009). Hubo un par de ligeros reparos vocales en las primeras dos canciones, acrecentados por la súbita potencia de toda la interpretación instrumental, cosa que Brent Hinds y Troy Sanders supieron solucionar rápidamente. El resto, una alucinante mezcla entre metal y experimentación, con un pie en lo clásico y otro en el futuro. Como para repetirse el plato una y mil veces.
CÓMO ASESINAR A FELIPES: Versatilidad en la experimentación
Escenario Transistor, 17:00 hrs.
Por Ignacio Silva
Mientras Mastodon hacía de las suyas en el escenario principal, los nacionales Cómo Asesinar a Felipes abrían el show que los puso por segunda vez en el Maquinaria Festival, tras su debut en la versión del 2010. Ahora, el grupo encabezado por Koala Contreras llegaba con disco recién estrenado (“Comenzará de Nuevo”) y el estatus de ser uno de los nombres más considerados de la música chilena de los últimos años, crédito que supieron defender.
En escena, el quinteto lució preciso, compacto y capaz de llevar por diversas atmósferas su set, compuesto por cortes de sus cuatro trabajos de estudio a la fecha. La prueba de esto se vio desde un comienzo, cuando canciones rápidas como ‘Síguela’ y ‘Así Como Que No Quiere la Cosa’ dieron paso a otras más introspectivas como ‘Alerta Roja’ y ‘Caen’, para luego volver arriba con ‘Ya Perdimos la Paciencia’ y ‘En Busca de un Nuevo Sueño’.
Por extraño que parezca, sólo dos temas del último disco llegaron hacia el final, casi a modo de coronación de una presentación que, si bien no contó con una masiva concurrencia, dejó en claro la calidad de Cómo Asesinar a Felipes en directo.
CAVALERA CONSPIRACY: Um, dois, três, quatro.
Escenario Pepsi, 17:45 hrs.
Por Miguel Ángel Castro
Nos trasladamos al Escenario Pepsi para continuar siendo testigos del devenir de este Maquinaria 2012. La cita en este turno convocaba a Cavalera Conspiracy, la banda familiar compuesta por Max e Igor Cavalera, miembros seminales de Sepultura, poseedores de un preciado estatus dentro del género que cultivan, y cuya historia musical es -por cierto- un referente para los cultores y seguidores del metal en nuestro país. Existía ya el parangón de lo hecho en la misma cita en el año 2010, donde formaron parte del primer cartel de Maquinaria, en ese entonces sólo a cuestas de “Inflikted” (2008) y con un buen par de kilos menos en el cuerpo.
Con un retraso considerable, acentuado por el implacable sol puentealtino, y pasadas las 6 de la tarde, los brasileños dejaron caer toda su potencia y arrojo frente a una mezcla homogénea de gente, polvo y pelusas de plátano oriental. El mosh se encargó de revolver aun más la melcocha al ritmo de ‘Warlord’, pieza elegida para abrir el espectáculo. El resto no distó en demasía de lo hecho en la anterior presentación de la banda por estos lados, salvo un par de interpretaciones de su última placa, “Blunt Force Trauma” (2011), lo que confirma el mayor de los reparos: del setlist de trece canciones, cinco fueron de Sepultura, las cuales obviamente constituyeron los momentos de mayor algidez del show, en una jugada que de paso permite entrever cierta irresolución en la solidez del repertorio del nuevo ensamble. Ya con dos discos en el cuerpo, es de esperar la confirmación de una exhibición autosustentable y exenta de nostalgia. Será para la próxima.
STONE SOUR: El show de Corey
Escenario HP/Windows, 18:00 hrs.
Por Ignacio Silva
La verborrea del líder de una banda de rock cualquiera puede ser un paso determinante hacia el fracaso de un show en vivo. Más aún cuando se llega a clichés como la emoción hasta las lágrimas y la promesa de volver cuanto antes. Pero cuando ese frontman es Corey Taylor, parece ser que todo esto, por innecesario que sea, está permitido.
El también vocalista de Slipknot se presentó junto a Stone Sour en un concierto que claramente lo tendría como protagonista absoluto. Así quedó de manifiesto desde un comienzo, cuando tras interpretar temas como ‘Absolute Zero’ el oriundo de Iowa se vio dispuesto a interactuar, lanzando preguntas al público y contando diversas historias. Incluso agradeció a la fanaticada por darles “el mejor show de Sudamérica”, palabras que tuvieron su retribución con la interpretación de clásicos como ‘Monolith’ y ‘30/30-150’.
A modo de sello vino el momento emotivo. Acompañado sólo por su guitarra, Corey Taylor salió a escena para interpretar ‘Brother’, de Alice in Chains. El músico, evidentemente emocionado, se quedó en silencio unos minutos y se puso a llorar, desatando los vítores de la audiencia y cerrando con broche de oro la celebrada presentación.
MARILYN MANSON: De divismo y displicencia
Escenario Maquinaria, 19:30 hrs.
Por Miguel Ángel Castro
Antes de cualquier análisis: el show de Marilyn Manson en el Club de Campo Las Vizcachas no estuvo a la altura de lo que la antesala presumía. Y si bien es menester aclarar que un mal show de Manson es extensamente superior a lo que muchos músicos pudiesen aspirar para sí mismos, hay que ser justos en establecer los parámetros de un juicio, y se debe convocar la totalidad de las circunstancias de lo que significa constituir una presentación en un festival de las características de Maquinaria.
No es chovinismo, nadie dice que esta presentación en particular valga más que cualquier otra; el reparo radica en el formato versus la expectativa. Y por supuesto que aquellos que esperaron más de una década en ver a su ídolo saciaron largamente su necesidad animal de escuchar la interpretación de genialidades como ‘Mobscene’, ‘Antichrist Superstar’ o ‘No Reflection’. Sabemos además que no es característica de la banda su condescendencia para con el público, pero en virtud de lo visto queda la impresión de que tan notable artista, de tal espesura estética y de tal magnitud de obra, pudiese haber articulado su espectáculo de manera mucho más bruñida y concienzuda. Es como si un pintor de larga paleta pintase un cuadro monocromo por mera displicencia.
En la cancha se vió a un Manson soso y descafeinado, de apariencia incomoda, desentendido de su habitual performance, muy afirmado en la rotación de atrezzos y descarada y lujuriosamente esclavo del apoyo vocal pregrabado. Hay quienes afirman que si no es por el sostén arrojado desde la primera fila, que luego colgó de sus partes pudendas (si es que tiene) no se hubiese establecido mayor dialogo con el respetable. Luego, en la carpa de prensa de Maquinaria correrían rumores de ciertos incumplimientos en los requerimientos habitacionales del artista. Fuera eso u otra cosa, los que escapan a la definición gutural de fanáticos del norteamericano quedaron con un extraño sabor de boca.
SLAYER: La sobria potencia de un gigante
Escenario HP/Windows, 21:00 hrs.
Por Ignacio Silva
A eso de las 21:00 hrs., Slayer comenzó el cierre de la primera jornada del Maquinaria Festival 2012 con un sólido set, nutrido de canciones como ‘World Painted Blood’, ‘Mandatory Suicide’ y ‘Angel of Death’, y evidentemente centrado en la música. Habían prometido no hacer circo en Chile y lo cumplieron.
Lejanos a la pirotecnia de Kiss y a la teatralidad de Marilyn Manson, los liderados por Tom Araya no mostraron -ni necesitaron mostrar- un gran desplante escénico. No hubo fuegos de artificio, cambios de ropa ni mucha movilidad (Araya arrastra una lesión a la espalda que le impide hasta cabecear). A los cuatro integrantes del grupo les bastó con lanzar uno tras otro los temas de su demoledor repertorio para enloquecer a la devota fanaticada que llegó en masa a verlos.
La excelente presentación, que se erigió como una de las mejores de la noche, estuvo marcada por los clásicos de una trayectoria de más de 30 años y dejó al descubierto la potencia y el virtuosismo de una banda que cada vez se siente más local en Chile.
KISS: La liturgia Inflamable
Escenario Maquinaria, 22:30 hrs.
Por Miguel Ángel Castro
La dinámica del show de Kiss es, ha sido y será igual hasta el fin de sus tiempos, a menos que la tecnología y el avance pirotécnico digan lo contrario. Y es que los norteamericanos han desarrollado una de las formulas más perfectas que la manufactura del espectáculo pueda elucubrar. Quienes ya hayan presenciado un concierto de la banda podrán confirmar lo dicho, e incluso -como si se tratase de una película clásica que se vuelve a ver- adelantar todas y cada una de las maromas circenses y piruetas visuales emplazadas.
Fuego real sobre el escenario, fuego binario en las pantallas, fuegos de artificio en el cielo y fuego musical en los parlantes. Kiss es una metáfora de la incineración en su más capitalista acepción, la que representa el exceso inflamado, efervescente y hedonista, y la profunda aceptación -tanto de los parroquianos como de la industria cultural- de este romántico simulacro, confirma que la receta pasa de fundamentalistas y fariseos de la rock para convertirse en una manifestación blindada del devenir contemporáneo del estatuto del espectáculo artístico, tal como lo demuestran los actuales buques insignias del pop y la manifiesta intención de la industria por exceder lo estrictamente musical.
Por lo mismo no surge como necesario pasar revista al dedillo de las casi dos horas de presentación que cerró la tanda de shows del día sábado en Maquinaria. Demás esta decir que no faltó hit por tocar, que se encuentran en excelente estado performático y que a pesar del paso indolente del tiempo, el maquillaje facial y el catsuit logran solapar de buena forma las patas de gallo y la flacidez mamaria. Da igual: lo de Simmons, Stanley y compañía es una ceremonia repetible hasta el infinito, una celebración de la vida en su más bella cáscara, una vanitas que todo amante del rock que se precie debe presenciar aunque sea una vez en la vida. Y sí, por supuesto que terminaron con ‘Rock and Roll All Nite’ y las toneladas de papel picado que aquello conlleva, tal como lo vienen haciendo desde 1975. Así funcionan los clásicos.
Revisa más fotos en nuestro Facebook.