Fotos por Felipe Fontecilla
Allá por el 2008, Interpol se presentó por primera vez en Chile con tres discos y el cartel de fenómeno al cuello ante un público ávido de su sonido. Este año, como quinteto y tras la partida de uno de sus miembros fundadores, regresaron a nuestro país para defender en vivo el trabajo más cuestionado de su carrera.
Antes, a eso de las 20:00 hrs., fue el turno de Intimate Stranger, los teloneros de turno. El combo liderado por Lautaro Vera y Tessie Spoljaric-Woodgate cumplió un buen cometido ante las dos mil personas que en ese minuto ocupaban al recinto de calle San Diego, y el bajo volumen del micrófono de Vera fue lo único que opacó su intenso set.
Tras cartón, y con poco más de afortunados diez minutos de retraso -afortunados por la cantidad de gente que llegó en ese lapso de tiempo, duplicando sin problemas la que había en el lugar-, fue el turno de los neoyorkinos. El cierre de su gira sudamericana (tras pasar por Brasil y Colombia) comenzó tal como dejaron las cosas tres años antes: con un público efervescente, y además ansioso por demostrar que el romance con el grupo no estaba muerto.
De hecho, esa misma efervescencia consiguió que ‘Success’, tema de su último y homónimo álbum que inició el concierto, fuera recibido con una algarabía que tenía mucho más que ver con la presencia de la banda que con el track en sí. Ellos, con la experiencia de quienes ya tienen más de una década de carrera en el cuerpo, sabían que todo este tour debía enfocarse pensando no en presentar el trabajo reciente, sino en sólo mostrar pequeños detalles de éste entremedio de un set cargado a sus primeros -y mucho más queridos- discos.
Fue una sabia decisión. Siete temas de “Turn On the Bright Lighs” (2002), su opera prima -incluyendo su mejor lado B, ‘Specialist’- y seis de su sucesor, “Antics” (2004), permitieron que cualquier duda sobre el material más reciente pasara a segundo plano y la atención se enfocara en el show en vivo de la agrupación. Ahí estaba su fortaleza, con el combo de Paul Banks (y su muy buen español), el impecable Daniel Kressler y Sam Fogarino, por lejos el jugador más valioso de la noche, el hombre cuyas baterías hicieron y deshicieron durante los casi ochenta minutos que duró el concierto.
Allá por el 2008, Interpol se presentó por primera vez en Chile con el cartel de fenómeno al cuello. Esta vez, en su segunda venida, confirmaron que, con más o menos integrantes, con discos mejores o peores que sus predecesores, ya tienen el oficio de una banda hecha y derecha.