Las relaciones humanas pueden presentar escenarios de todo tipo; ser tan enmarañadas como totalmente abiertas son sus espectros más regulares y nosotros, como entes pensantes las vamos reproduciendo diariamente y en la mayoría de las situaciones. Esto simboliza lo permeable que es nuestra identidad al ambiente y lo fuerte que pueden ser las conexiones en un momento dado. Una clara muestra de ello ocurrió ayer domingo, cuando más de veinte mil personas, en un solo recinto, anularon (en parte) su individualidad y se dejaron llevar por algo que los congregaba y que todos esperaban.
La demostración de Green Day en los pastos de La Florida es digno de análisis. Sin proponérselo (quizás), los norteamericanos son dueños de una transversalidad pasmosa, que a cualquiera le gustaría tener, ratificada en la escala etárea presente en el Estadio: había gente de, literalmente, todas las edades, dispuestas a corear cada nota que salía de los parlantes y formar parte importante del espectáculo. Porque la gente no debe ser un mero espectador, y a esa frase Billy Joe Armstrong sabe sacarle brillo.
Con un set list generoso en cantidad, y que deambuló por todas las épocas, la banda despliega un cúmulo de sensaciones desde el escenario que las personas decodifican al instante: siguiéndole los gritos al vocalista, interrumpir al grupo con su canto, armar jaleo en cancha (el pogo que se armó en ‘Jaded’ es un claro ejemplo) o simplemente cantar con el alma se tornan en un imperdible.
Al principio me referí a la transversalidad que llevó a los norteamericanos a llenar el Estadio Bicentenario con gente de todas las edades, que asistieron por distintas épocas de la banda, conformando una heterogeneidad valiosa: desde los más noveles (seguidores de sus dos últimas placas), hasta los más mayores, que estaban por su cuota de nostalgia que fue pagada altamente con una tanda que incluyó tempranas joyas como ‘Dominated Love Slave’ (Kerplunk, 1992) y ‘Going To Pasalacqua’ (1,039/Smoothed Out Slappy Hours, 1991), y que tuvo uno de los puntos más significativos de la noche cuanto sonó ‘Longview’ (Dookie, 1994), interpretado sobre el escenario por dos niños (que muy difícilmente hayan nacido para ese año), y que tuvo un coletazo inolvidable: la niña que tocó la guitarra, se llevó el instrumento de regalo.
Secundados por BBS Paranoicos, que demostraron una vez más que lo suyo es progreso a puro ñeque y esfuerzo; y Attaque 77, que pese a sonar bien aún resienten la deserción del histórico Ciro Pertusi, Green Day vino a reforzar el lazo con sus antiguos seguidores y confirmar lo numeroso que es la nueva camada de la mano de un show potentísimo, en que echaron manos a todos sus años de trajín y confirmando su estatus de mega banda.
01. Song of the Century
02. 21st Century Breakdown
03. Know Your Enemy
04. East Jesus Nowhere
05. Holiday
06. Nice Guys Finish Last
07. Give Me Novacaine
08. Letterbomb
09. Are We the Waiting
10. St. Jimmy
11. Boulevard of Broken Dreams
12. Burnout
13. Geek Stink Breath
14. Stuck With Me
15. Dominated Love Slave
16. Going To Pasalacqua
17. 2000 Light Years Away
18. Paper Lanterns
19. Hitchin’ a Ride
20. When I Come Around
21. Iron Man / Rock And Roll / Sweet Child O’ Mine / Highway To Hell / Master of Puppets / Crazy Train
22. Brain Stew
23. Jaded
24. Longview
25. Basket Case
26. She
27. King for a Day
28. Shout / Break On Through (To The Other Side) / (I Can’t Get No) Satisfaction / Hey Jude
29. 21 Guns
30. Minority
31. American Idiot
32. Jesus of Suburbia
33. Whatsername
34. Wake Me Up When September Ends
35. Good Riddance (Time of Your Life)
Fotos por Piero Mancini