Los Californianos de Black Rebel Motorcycle Club lanzaron el pasado 9 de Marzo su quinto disco de estudio Beat The Devil’s Tattoo. Siguiendo a un exitoso dvd lanzado el 2009 que recoge lo mejor de su música y puesta en escena. El primer single lleva el mismo nombre del disco y desde hace un tiempo que está sonando bastante en internet. En POTQ.cl tenemos el video oficial recientemente estrenado aquí.
Baby 81, anterior disco de BRMC fue para muchos el más débil que registra su carrera y hoy, pasada ya media década del aclamado Howl, la banda necesitaba un lanzamiento importante. Finalmente tenemos trece canciones que como era de esperarse reunen elementos de lo mejor que hemos escuchado en su discografía, incluso Evol, una canción anterior a su primer disco.
Hay ciertos distintivos en este disco. Es el primero editado con la nueva baterista Leah Shapiro, ex-Raveonettes, quién afortunadamente solo ha sumado al sonido que tenía Nick Jago en estudio. Es el disco más largo hasta la fecha y tiene canciones como Bad Blood y Aya, hits instantaneos casi tan pegajosos como Weapon of Choice (Baby 81) y quedan muy bien acompañadas por acústicas suaves pero penetrantes como Sweet Feeling, The Toll y Long Way Down, el punto más cercano a Howl en el disco.
La fuerza de BRMC sigue intacta al parecer, con punzantes momentos en War Machine, River Styx y Mama Taught Me Better que si fuera de Sergio Pizzorno, sería su mejor canción. No está demás decir que hay tres bonus tracks, 1:51, Annabel Lee y Martyr; esta última es de esas que uno espera encontrar dentro de un disco, no fuera como bonus.
No es un album redondo, tampoco es tan ambicioso y a ratos se hace un poco largo pero tiene momentos muy por sobre la media y bien arriba. No abundan bandas con la actitud de BRMC y excelentes voces como las de Peter Hayes y Robert Turner. Beat The Devil’s Tattoo es una buena colección de canciones que no traen muchas novedades o sorpresas, pero al menos yo no estoy esperando que Black Rebel incursione con sintetizadores, charangos o coros búlgaros.
Pitchfork diría que es lo mismo de siempre, solo que ahora todo en uno, repartido en 65 minutos de música parecida a otra y quemado en un pedazo de plástico. Yo diría que aún hay gente que no necesita escuchar música hecha con tenedores y serruchos para sentirse conforme.