N°4: The Locust, Cátedras de Ultra-Violencia Decontructivista.
Una vez leí a un crítico opositor que comparaba el sonido de The Locust con el de un choque de autos, y creo es una perfecta descripción, es más, a mí que me encantan los sonidos de choques de autos, creo que The Locust suena a algo incluso más violento, caótico y destructivo, quizás como un choque de trenes, o de aviones, …pero bueno, me estoy adelantando un poco a la situación, hagamos antes un poco de historia.
En medio de los 90, en la ciudad norteamericana de San Diego (California), existió una banda hardcore llamada Swing Kids, una gran banda, de mis favoritas en el género, y que alcanzó a sacar sólo un LP antes de separarse ¿Qué tenía de especial Swing Kids? Buena pregunta, si bien no soy un absoluto entendido en hardcore tradicional, hay algo de aquella banda que siempre me ha llamado la atención al enfrentarla a otras por el estilo: Swing Kids era una banda siniestra, y no la banda, sino su música, que obviando la dura violencia que conlleva toda agrupación hardcore, ésta estaba envuelta de unas oscurísimas letras, recitadas a gritos completamente desgarradores y desesperados, y que no caían en lo explícitamente político ni cotidiano como tienden a hacerlo agrupaciones similares, si no que evocaban imágenes particularmente angustiantes; las que, sumadas a una sorprendente factura técnica, y a unas fuertes composiciones, creaban una estética sonora bastante inquietante.
Bueno, tras la disolución de Swing Kids, su vocalista, Justin Pearson, se agrupó con diversa gente de otras bandas hardcore para armar un nuevo proyecto. Me imagino que en medio de una borrachera, o algo por el estilo, entre ellos debió haber surgido un diálogo como éste: –Weón, hagamos algo como Swing Kids, pero un millón de veces más violento, complejo y siniestro todavía– después de una carcajada general, alguien, tomando un poco de compostura, debe haber dicho: –Hagámoslo. Y lo hicieron. Aquel proyecto era The Locust.
No sé si ustedes, estimados lectores, han tenido la oportunidad de ver fotos de Arquitectura Decontructivista, esas extrañas casas y edificios donde sus realizadores intentaron evadir toda formalidad de construcción para guiarse, más bien, por la intuición y una búsqueda estética más arriesgada, dando así paso a obras caóticas e irracionales pero sumamente cautivantes al mismo tiempo, …bueno, The Locust es eso llevado al plano del hardcore, en sus temas dominan anti-estructuras, no hay coros ni nada entre su miles de partes, sus tiempos varían como en un terremoto; son construcciones completamente orgánicas, hardcore decontructivisa por decirlo de alguna forma, y todo esto llevado a unos niveles de violencia acongojantes; amigos, esto es Ultra-Violencia de tomo y lomo.
Cuando descubrí The Locust, mi primera impresión fue decir ¡Dios, qué es esto!, apenas podía escuchar dos temas sin quedar agotado, así que preferí evitar aquella música de mi repertorio habitual, …pero por alguna extraña razón, cada cierto tiempo, volvía a escucharla, y así estuve como dos años en los que finalmente terminé por apreciarla y disfrutarla. Una música difícil por naturaleza que en un principio hacía que mi sistema nervioso reaccionara de la siguiente forma: me daban ataques de risa con sólo escuchar los primeros segundos de cada tema.
Repasando su discografía, considero que The Locust consolidó su sonido con el LP Plague Soundscapes (Anti, 2003), sus discos anteriores (varios EP, splits, y un LP homónimo) los veo más bien como un bosquejo o una búsqueda para llegar a aquel disco, donde lograron un sonido completamente único, y donde supieron integrar a los teclados y sintetizadores como parte fundamental de su música (que antes los sentía un tanto desconectados con la ultra-violencia). En Plague Soundscapes es algo difícil diferenciar un tema de otro (vienen 23 canciones en 21 minutos de disco), pero aún así destaco especialmente temazos como “Wet dream war machine”, “Earwax halo manufactured for the champion in all of us” y el super single “The half-eaten sausage would like to see you in his office”.
En su siguiente larga duración, New Erections (Anti, 2007), The Locust logró temas más accesibles, lo que para nada alcanza para decir, “Oh, se vendieron”, pero sin duda es un poco más accesible que el disco anterior; por lo menos se puede escuchar de corrido sin caer en coma. Mis temas favoritos: “We Have Reached An Official Verdict: Nobody Gives A Shit”, “Hot Tubs Full Of Brand New Fuel” y “Tower Of Mammal”. Pero a pesar de que este LP me gusta más que el anterior, considero que el mejor disco de The Locust es un EP de 10 minutos contenido en dos tracks llamado Safety Second, Body Last, sacado el 2005 por Ipecac Records (el sello de Mike Patton), y es ese mismo el que les recomiendo para partir si les interesa meterse en el mundo de esta banda.
Aunque parezcan poseídos por la irracionalidad y la ira, The Locust es de las bandas punk más lucidas del momento (si no la más); si el punk rock despreocupado de los 70 llevó al violento y mega conciente hardcore de los 80, éste llevó a The Locust, y no sé a qué puede llevar esta banda ahora, ¡qué terror!, ni siquiera sé si se podría hacer algo más extremo en este mundo.
En un principio, aburridos de su propia estética personal (ropas y peinado proto-emo), que solían emular sus fans, los miembros de The Locust decidieron trascender aquello y empezaron a variar entre extraños disfraces para sus presentaciones en vivo hasta que se quedaron con unos uniformes inspirados en insectos (con los que parecen más bien superhéroes); Musicalmente hacen básicamente lo mismo, quieren trascender el momento, desprecian la convencionalidad, el encasillamiento y, prefieren estar un paso más allá de todo viviendo en sus tétricas ilusiones de ciencia ficción, que seguir la ola de estos tiempos; The Locust, aunque esté con nosotros, es un punk rock que vive en el futuro.
“Yo sólo quiero cambiar la forma en que la gente mira la música, o quizás destruirla en general. (…) Las cosas son tan normales, seguras, tiempos de “cuatro cuartos”, blaaah. A veces aquello me da ganas de vomitar”
Justin Pearson, voz y bajo en The Locust.
“Nuestra música es una reflexión sobre cómo el cerebro tiene que funcionar para poder sobrevivir; veloces cambios de ritmos, sistemas ultra rápidos para solucionar problemas, y la rareza de mantenerlo unido.”
Bobby Bray, voz y guitarra en The Locust.
Vídeo: The Locust – Slum Service (Served On The Sly)
Vídeo: The Locust – Twenty-Three Lubed-Up Schizophrenics…
Vídeo: The Locust – Half Eaten Sausage
Eso es todo por hoy,
Superaremos este clima
Su fiel amigo
Hermano Buensaber
Links de interés:
Myspace: http://www.myspace.com/thelocust
Página official: http://www.thelocust.com/