Por Ximena Ledezma y foto por vicho_gutti
El nuevo viaje del Jinete Enmascarado
El sábado 28 de noviembre a las 15:00 Gustavo Cerati publicó en su Twitter y Facebook que había despertado con amigdalitis purulenta y 39º de fiebre. Decía que lo lamentaba muchísimo, pero que el show se pospondría para el lunes a las 21:00 hrs. Entonces corrió el rumor de que se encontraba muy mal en una clínica y que había prometido otro concierto en Chile para 2010. Así, nada aseguraba que se subiera al escenario dos días después. Pero el lunes 30, a las 15:30, apareció en el Movistar Arena para probar sonido. Llegó con anteojos de sol, diciendo que se sentía mejor, pero muy inseguro respecto a su calidad vocal. Recurrentemente pedía más retorno y preguntaba si se notaban las dos pelotas que tenía en su garganta. En medio de todo, se dio tiempo para bromear sobre el crítico de El Mercurio, Marcelo Contreras: “Que vea el show desde Youtube ese tal Contreras”, le escuché decir por ahí. Cuando al fin quedó conforme con el sonido del bombo, dio por terminado el asunto y se fue al Hotel W a prepararse para el espectáculo de más tarde.
A las 21:30, cerca de 10.000 personas presenciaron la imponente entrada del “jinete enmascarado”: un Cerati vestido de negro, con antifaz y una chaqueta a lo Manuel Rodríguez. Su banda -compuesta por Richard Coleman, su eterno guitarra; Gonzalo Córdoba, guitarra también; Leandro Fresco, the intelligent dance musician; Fernando Nale en el bajo; Fernando Samalea a cargo de la batería y Anita Álvarez de Toledo en los coros- usó el mismo tipo de atuendo, por lo que el público podía sentirse frente a “Los Húsares de la Muerte”.
La primera parte el show comenzó con lo prometido (el motivo de la gira): un paseo íntegro por su nuevo disco “Fuerza Natural”. Entonces tocó los 13 temas, sin intermedios y casi en el mismo orden de la placa original. Constantemente invitó al público a acompañarlo en ese viaje hacia lo natural, como si quisiera compartir una gran verdad que encontró luego del “Ahí vamos”. La masa comenzó dirigiendo esta apuesta respetuosamente, como asumiendo que estaban frente a futuros clásicos, pero al escuchar el primer acorde del single “Déjà Vu”, la noche inmediatamente se encendió. Prosiguió con una sección acústica que le dio un toque más íntimo al espectáculo, con un sonido “folk” inexplorado por el músico con anterioridad. Con “Naturaleza muerta” demostró su habilidad para los falsetes y con la experimental “Sal” templó el ambiente para finalizar con la extensa y psicodélica “He visto a Lucy”.
Luego de este intenso recorrido por las fuerzas de la naturaleza, Cerati dio paso a la segunda parte del show, embarcándonos en un albo viaje hacia su pasado musical; como queriendo simbolizar con el contraste del blanco vestuario y las brillantes luces, que su antiguo trabajo significaba la inocencia, la ingenuidad y a la vez, el arrojo de un recorrido hacia un destino musical incierto, destino que al parecer habría encontrado en este último trabajo ya que hoy todo le sirve, nada se pierde porque él lo transforma y define la ruta del jinete enmascarado.
La primera estación de aquella aventura fue “Zona de promesas”, el único tema de Soda Stereo de la noche, que obviamente fue seguida con devoción, pero definitivamente fue “Pulsar” (“Amor Amarillo”) la que inició una fiesta que siguió con temas de los discos “Colores Santos”, “Bocanada”,”Ahí Vamos” y “Siempre es hoy”.
La audiencia bailó y coreó todas las canciones de su antiguo repertorio, hasta que cerca de la media noche, un Cerati satisfecho se despidió afectuosamente de Chile, prometiendo volver el próximo año.
A lo largo de todo el concierto el músico argentino logró transmitir, a través de sus clásicos recursos del símbolo y la metáfora, con una voz sólida -sin un vestigio de la purulenta- un concepto más universal, el cual hizo necesario el tránsito por distintos estilos musicales. Siempre fiel a su origen -el rock argentino clásico, pero esta vez más melódico y sofisticado- nos hizo pasar por el pop, las baladas, el brit, el folk, el rock de medio tiempo y la psicodelia sin contratiempos.
Todo lo cual, luego de un cuarto de siglo de trayectoria, no sorprende ni a los fans ni a la crítica. Sin embargo, hay que destacar la casi perfecta ejecución de cada uno de los instrumentos, a pesar de que en algunos momentos -entre tanto sintetizador- se perdía la claridad de las 22 cuerdas que tocaban al unísono y algunas pistas se saturaban entre si. Pero en definitiva, logró cumplir con éxito el desafío de tocar en vivo un álbum complejo, misceláneo, lleno de detalles y de finas sonoridades que se aprecian impecablemente cuando lo escuchas en el living de tu casa con los audífonos puestos. Pero otra cosa es con guitarra ¿no?
Teniendo todo por delante y nunca sintiéndose tan bien Gustavo Cerati cumplió con su cita 2009 con un Chile que, nuevamente le demostró su fidelidad, pero esta vez, exclusivamente a él, ya no al ex Soda Stereo.