En los últimos años, mucho nos han sorprendido las nuevas generaciones de trovadores con raíz folclórica. Herederos del legado de Violeta Parra y Victor Jara, por nombrar a los más grandes, los jóvenes talentos proliferan. Y desde La Serena, Ángelo Escobar se incorpora a esta camada con su primer álbum, Un Montón de Espejismos, un canto lleno de metáforas, comprometido con la realidad social y política de nuestro país.
Artista plástico de toda la vida, Ángelo vive una carrera musical casi fortuita. A los 17 años tomó la guitarra y hasta hoy no ha parado de escribir y componer. La grabación de su disco debut fue posible por la invitación de un amigo y es una selección de todas esas canciones que lo han acompañado entre clandestinos y vida callejera. “Yo me ponía en las calles a cantar, en protestas. A veces me invitaban a bares. En uno de esos lugares conocí por casualidad a Rodrigo Contreras de la banda Tumbo de la Hecatombe. Y él me invitó a grabar. Yo le dije que no tenía ni un peso para pagarle, pero él dijo que no me preocupara por eso. Y hasta el día de hoy estoy grabando con él”, relata.
En las 10 canciones de su disco, podemos distinguir una trova de corte minimalista, más cercana a lo que hace Chinoy. Sin muchos arreglos y con un marcado sentido social. Recordando que en La Serena también existe una “Vicuña Mackenna” que divide a la ciudad en polos opuestos. En este caso un río: el Elqui. Simbolismo insigne de la injusticia social.
El álbum está lleno de metáforas que visten de poesía sus propias experiencias. Para él la máxima inspiración son las inquietudes internas y lo que pasa alrededor. La placa abre con la canción ‘Voy a lo que Vengo’, inspirada a raíz de un acto de rebeldía. Una declaración de honestidad que en versos como “lo sé, estamos por lo mismo en este hogar / lo sé, yo soy en ti”, nos recuerda que, como tantos caigan en la lucha, muchos más se levantarán.
Algunos cortes, como ‘COFANISÚ’, tienen un sonido bossa nova que, según él reconoce, podría provenir de la influencia brasileña de Chico Buarque. Aunque, en general, el sonido que más lo distingue viene de Silvio Rodríguez. Mientras que su lírica la aprendió a elaborar pensando en los trabajos de Pablo Milanés, Víctor Jara, Violeta Parra y la literatura latinoamericana. Sus canciones están revestidas con una cargada estética poética, pero siempre metaforizando con un enraizado compromiso social, medioambiental y político.
En ‘Ave Asesinada’, a partir de un hecho presenciado describe la violencia y la droga en las poblaciones, la represión policial, etc., además del sentido literal con que se narra. “Yo vivo en un barrio bien conflictivo. Hay hartos locos que fuman pasta. También se ve mucha violencia que ,de chico, he presenciado. Un día fui a dejar a mis hijos a la casa. Y justo estaban los chiquillos, que juegan a dispararles a los pájaros. Habían matado una tórtola y uno de ellos la tenía en su mano la cabeza reventada. Después cuando llegué a la casa hice la canción de una”, cuenta.
Luego le sigue ‘Indio’, single con que promociona su disco. Y al igual que en los otros, sólo escuchamos una guitarra que bien suena por sí sola. Él mismo reconoce que “soltó la mano” con un mamotreto que contenía sólo acordes. La canción relata la vida del mapuche y su lucha ancestral, desde el conquistador español hasta el estado chileno en nuestros días.
No quedó ajeno el tema del calentamiento global con la sátira ‘Análisis Terrestre’. Motivos más universales en ‘Un montón de Espejismos’, un tributo al Che con ‘Anatomía Hipotética de un Mito’. Le sigue ‘Tiempos de Caminar’, que habla sobre la necesidad de escapar de la realidad, para volver luego a tierra y enfrentar el presente. Y termina con ‘Frecuentemente’, un análisis del daño ecológico de los suelos en el Valle del Elqui, producto de los viñedos y la explotación turística que siempre arrasa y pocas cosas provechosas deja en dónde “ataca”.
DE LA MÚSICA A LA ORGANIZACIÓN: UN PASO NECESARIO
Ángelo nació y vive actualmente en La Serena. Vivió por un tiempo en Valparaíso. Allá conoció a Chinoy y a Kaskivano. También ha compartido escenario con Camila Moreno y Manuel García. Por lo que cabe la pregunta ¿por qué no existe un frente común? Entre todos se conocen, se juntan y tocan. Pero en el fondo todos hacen frente por sí solos.
“Esto no sucede, porque la mayoría de los cantores que he podido escuchar no tienen un compromiso social muy claro. No sé si será un mal de la sociedad o el miedo que quedó intrínseco casi genéticamente después de la dictadura. En muy pocos de los que he conocido distingo una claridad; un interés por lo que está pasando; por darse cuenta y asumir la fuerza que uno como ente social activo puede adquirir”, afirma.
Y aunque su ciudad natal no es un buen nicho para llevar una carrera artística, la ve con esperanza. Como un lugar en que el nido de músicos que vive en la copa de los árboles se puede organizar, pisar la tierra y que nunca más pase desapercibido. “La Serena es una ciudad a la que le tengo mucha esperanza. De hacer más. Porque, a pesar de haber una nueva camada de cantautores, no hay una unión que haga fuerza común. Podría construirse un movimiento importante. Incluso crear una suerte de sindicato de cantautores, que nos unifique y generar una nueva voz a nivel nacional. Un espacio físico- incluso en diferentes regiones- donde hacer conciertos, talleres y aunar no sólo cantores, sino poetas, actores, pintores, bailarines, etc.”
En la actualidad, Ángelo Escobar está dando los últimos retoques a su nueva placa, que se titulará Temas y Dilemas. Según él, “son canciones cargadas con contenido social. Con actualidad política, sin perder el lenguaje poético, ya que no me interesa ser un panfleto”. También espera revertir aquel sentimiento de inmadurez que le produjo la grabación de Un Montón de Espejismos, no sólo con las letras, sino que con más pistas, bombos quizás y todo a lo que pueda sacarle un sonido folclórico.
*Puedes bajar Un Montón de Espejismos en este link (Gracias a LaÚltimaPapita).