Texto por Flor Ilic | Fotos por Desertico Stoner
The Gutter Twins se hizo esperar. El Teatro Oriente se llenaba más lento de lo pensado y parecía ser que solo estábamos ahí los que teníamos el mapa de un tesoro. El que sabe sabe, dicen.
Recuerdo la primera vez que escuché a Screaming Trees el año 93. La voz de Mark Lanegan me atravesó como un flechazo directo al alma, esa que buscaba rebelarse y gritar, pero que todavía tímida solo escuchaba la fuerza del rock que volvía a abrir camino. El recuerdo del primer amor con su banda sonora, (a lo “Singles”) que tocaba a Temple of the Dogs, Afghan Wigs, Alice in Chains y el largo listado de bandas que luego se transformaron en ícono de los 90s. Yo intentaba descubrir como se constituía esta nueva familia de bandas, acompañada de grandes próceres que hoy forman LA familia del rock local.
El público impaciente ya esta en sus asientos esperando, yo muero de nervios, es realmente como encontrarme con un amor platónico, de esos que no se olvidan y que nunca dejan de remecer. En el escenario se ven unas austeras sillas, tres micrófonos y un teclado que anticipan que el verdadero espectáculo no está en la parafernalia necesariamente.
Se apagan las luces y entran Greg Dulli, Mark Lanegan y un tercer personaje que no conozco. Empieza el primer acorde y se abre uno de los momentos más esperados de mi vida, ver a Lanegan, escucharlo en vivo y poder suspirar con todo el amor. Se que todo esto suena a cuento de fan de última categoría, y hay mucho de fan y de categoría, eso si.
Las canciones de Gutter twins, la mezcla perfecta de las voces legendarias del grunge más alternativo y poderoso, los agudos de Dulli y los bajos de Lanegan, las guitarras, el teclado. Pero por sobre todo esa calma reposada de quienes han visto todo y vuelven a la simpleza y profundidad del blues, del rock y del country. Románticos ellos antes que todos los demás, dejaron al público extasiado de belleza y armonía.
Yo, reviví el mejor momento de mi juventud fresca, reviví el amor y reafirme mi absoluta devoción por la voz más sexy del rock. Y salí sin querer volver atrás, más bien entendiendo que hay seres excepcionales solo mejoran con el tiempo.