Enfrentarse a Duck, el séptimo disco de Kaiser Chiefs es como enfrentarse al disco número veinticinco de los Stones: hay que tener mucha voluntad para esperar nada nuevo. En el caso de la banda liderada por Ricky Wilson esto se puede decir desde el segundo disco. O desde el primero. Pero ese es otro tema. Salidos de entre esa ola de bandas post britpop que asolaron el inicio de siglo, unas mejores (al menos en sus primeros pasos) como Franz Ferdinand o Block Party y otras perores como Razorlight o The Kooks. O los propios Kaiser Chiefs.
Conscientes de sus propias limitaciones y de que son vistos como un grupo revival de sí mismos, tampoco pretenden volverse locos y dar a sus fieles seguidores (tampoco parece que intenten atraer a otros nuevos), lo que esperan. Y lo que esperan es canciones con alma de himno para bailar borracho en la disco indie y/o el festival de verano. Y que no desentonen con las que el público demanda en sus conciertos, esto es, la enésima versión de ‘I Predict a Riot’ o ‘Every Day I Love You Less and Less’. Ni más ni menos, con total honestidad.
Por eso los mejores momentos son los que se dedican a una especie de autoplagio consciente como en la vibrante ‘Wait’, que podría integrar su disco debut con ese estribillo adictivo y tonto. O el primer single, ‘People Know How to Love One Another’, con menos riesgo que una balada de Lucho Jara, que parece construido en un laboratorio más que en un estudio de grabación. Pero que funciona como recordatorio de quienes son. Unos Chancho en Piedra pasados por la tradición de cincuenta años de pop inglés. Pero con la profundidad y simplicidad (que no sencillez) de los Chancho.
En cambio, los peores momentos se concentran cuando quieren salirse de lo que se espera de ellos, cuando quieren aparecer cool y no como unos barra brava del pop descerebrado. Canciones como ‘Record Collection’ intentan sonar más actuales y caen miserablemente en lo contrario. Aunque, seguramente, lo peor del conjunto es la nostálgica’ Kurt vs Fraiser (The Battle For Seattle)’. Una especie de oda a los noventa con la ciudad norteamericana como excusa que, con un ritmo ligeramente reggae y una letra sin temor al ridículo, está llena de desvergonzados ganchos para que cante el público (borracho).
Resumiendo: Un disco que gustará a los muy convencidos y a los nostálgicos de Employment sin un nivel de demanda alto.
Lo Mejor: ‘Wait’
Nota: 5/10